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L&S.- La fibromialgia no es una enfermedad en sí; sino un cúmulo de muchos síntomas del síndrome. Es un mal de carácter crónico que sufren muchas personas. Se caracteriza por dolor y rigidez de los músculos, articulaciones y ligamentos. También puede haber alteraciones del sueño (sueño-vigilia), causantes de insomnio.
Los dolores producidos casi siempre van acompañados de depresiones o cuadros de ansiedad (o ambos). Su causa hasta el momento de escribir este artículo, es desconocida. Es una de las dolencias que más sufrimiento causan; sin embargo, los dolores que se sufren con ella, no van acompañados de inflamación u otras alteraciones objetivas. Tampoco aparecen lesiones objetivables que compliquen a órganos internos; músculos o estructuras óseas. Es una patología considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una alteración reumática desde el año 1992.
La fibromialgia afecta en mayor medida a las mujeres de entre 25 y 55 años (según estudios de la Sociedad Española de Reumatología); aunque también puede afectar a hombres, a niños y a ancianos; pero en menor proporción.
Un dato importante a tener en cuenta es que puede ser un síndrome aislado o puede estar asociado a otros trastornos; como pueden ser lupus o artritis reumatoide.
La fibromialgia se caracteriza principalmente por la fatiga y el dolor. El 90% de las personas que la sufren sienten muchos dolores en diferentes partes del cuerpo; algo que puede provocar un cansancio intenso y un gran deterioro de la calidad de vida de quién lo padece. El dolor es casi siempre muy generalizado y se focaliza sobre todo en la zona del cuello; los hombros; la espalda; los brazos; etc.
Otros síntomas que se repiten son: rigidez en las articulaciones; sensación de hormigueo en diferentes partes del cuerpo como manos y pies; y además, podemos sumar insomnio y alteraciones emocionales, como depresión y ansiedad. Todos estos síntomas de la fibromialgia consiguen hacer que aunque la persona duerma las horas necesarias, se despierten con una gran sensación de agotamiento.
Es una enfermedad condicionante. Los trastornos que la fibromialgia provocan en el organismo de quienes la padecen, les provocan una calidad de vida disminuida en gran medida y un deterioro en los diferentes ámbitos en los que se desenvuelve (laboral, personal, social…)
Aunque esta dolencia es objeto de muchos estudios, no se ha establecido un patrón común (ni en los síntomas, ni en el origen). Debido a la falta de evidencias orgánicas objetivas, los expertos se declinan más por establecerla como una enfermedad psicosomática con un origen psicológico; aunque se englobe oficialmente junto a las enfermedades reumáticas.
Los individuos afectados de fibromialgia experimentan dolor como respuesta a estímulos que otras personas -que no la padecen- no percibirían como tales.
Los estudios más recientes sobre este síndrome se basan en la posibilidad de localizar partes del genoma que condicionen al individuo a padecer dicha enfermedad. Y en cuanto a los mecanismos patogénicos, hay varias investigaciones acerca de alteraciones musculares; disfunción del eje hipotálamo hipofisario adrenal; y del sistema nervioso autónomo o procesos inflamatorios subyacentes; pero los datos más recientes hacen pensar que existe una alteración de los mecanismos de procesamiento del dolor, probablemente debida a un desequilibrio en los neuromoduladores del sistema nervioso central. En otras palabras: que la persona con fibromialgia es más sensible al dolor.
Al hilo de lo anteriormente dicho, hay algunas evidencias de la existencia de una respuesta inmune alterada. Esta provocaría una disminución del umbral de la sensibilidad algésica (mayor sensibilidad al dolor) en pacientes que padecen fibromialgia. Los investigadores han detectado niveles muy elevados de una sustancia química producida por el sistema nervioso (sustancia P); así como de factores de crecimiento en el líquido que recubre el cerebro.
Además de existir niveles elevados de neurotransmisores estimulantes del SNC, los pacientes afectados poseen niveles bajos de serotonina. La serotonina es un neurotransmisor que interviene en el control de la ansiedad y de los estados de ánimo.
Todo esto bien podría explicar la presencia de dolor entre los síntomas de la fibromialgia. Así parece ser según los resultados de unos estudios realizados acerca de que el síndrome pudiera ser una desregulación en el sistema nervioso central. Esto provocaría una respuesta hiperalgésicas y esta sería lo que se acusara como percepción aguda de dolores.
Debido al carácter inespecífico del conjunto de síntomas que se diagnostican como fibromialgia;, junto al hecho de no existir pruebas objetivas que prueben su existencia; resulta muy complejo el poder diagnosticarla. Por eso, los facultativos recurren al cuadro clínico. Es el mismo paciente el que provee al médico de argumentos para su diagnosis. Tras descartar otros problemas de salud subyacentes que también cursen con dolor a través de analíticas, placas u otros medios que se consideren apropiados; el facultativo puede deducir que es fibromialgia y no otra enfermedad; ya que el conjunto de síntomas que produce este síndrome son básicamente dolores crónicos musculo esqueléticos generalizados dónde no existe inflamación.
La fibromialgia es una enfermedad crónica. El conjunto de síntomas que produce van a durar muchos años; y debido a que hoy por hoy no hay un tratamiento específico que cure la enfermedad, no se puede decir nada al respecto. El propósito de los fármacos que se recetan a los pacientes tienen como único objetivo paliar el dolor y tratar de conseguir que la persona que la sufre tenga una calidad de vida aceptable; y el impacto de ésta en su vida social, laboral y familiar, sea el menor posible.
Según los médicos, los fármacos más eficaces para controlar los síntomas de la fibromialgia son los analgésicos no opiáceos tipo paracetamol; los antidepresivos. Existe una mayor experiencia con los antidepresivos tricíclicos en dosis bajas, por ser más antiguos. También se utilizan algunos inductores del sueño y muy recientemente, algunos antidepresivos de última generación.
Está comprobado que el ejercicio físico mejora en gran medida la salud de la persona que sufre de fibromialgia. El mantener un buen tono muscular previene el avance de la enfermedad. Sin embargo, hay que ser realistas. La terapia real consiste en enseñar al paciente a convivir de la mejor manera posible con el proceso. Los programas elaborados para tratar la fibromialgia desde la conducta de la persona que la sufre, son más eficaces cuando está combinada la educación del paciente; la reducción del estrés; y el ejercicio físico adecuado. Los estudios más recientes dejan ver que los mejores resultados obtenidos han sido aquellos en los que se ha personalizado el tratamiento. Cada persona responde de formas diferentes y más aún, teniendo en cuenta que los factores implicados en la génesis de la enfermedad son básicamente factores psicológicos.
Un enfermo de fibromialgia debería ingerir lo que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS) en referencia a una alimentación equilibrada, que son de 5 a 9 raciones de frutas y verduras frescas variadas al día; es decir, aproximadamente medio kilo de vegetales (lo más crudos posibles) de alta calidad 5 veces en el día. Esto aseguraría el tener todos los micronutrientes necesarios para luchar contra esta enfermedad agotadora.
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