Enfermedades

La cirrosis. Una enfermedad que podemos evitar

¿Qué es la cirrosis hepática?

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L&S.- La cirrosis hepática es una enfermedad de desarrollo lento, progresivo que afecta al hígado. Es de carácter crónico y además, irreversible. Se trata de lesiones continuas que destruyen el tejido hepático sano. Este es sustituido por tejido fibroso cicatricial y nódulos de regeneración incapaces de mantener las funciones hepáticas. En cualquier hígado cirrótico hay riesgo de desarrollo de tumores cancerosos. Y mayor es el riesgo, si lo que causa la cirrosis hepática es una infección vírica crónica, como lo es la hepatitis C.

Esta situación conduce a un hígado cirrótico o disfuncional de pronóstico grave. De hecho, es una de las causas de muerte más frecuentes en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países desarrollados, mueren al año unas 27.000 personas a causa de la cirrosis hepática. En España, la gran mayoría de cirróticos, contraen esta enfermedad por consumo excesivo de alcohol y se estima que afecta a 1 de cada 10.000 personas.

Para un diagnóstico de cirrosis se han de dar las dos condiciones. Debe haber tanto nódulos de regeneración, como también ha de haber presencia de fibrosis. En el caso de que sólo exista fibrosis, el diagnóstico de cirrosis hepática no sería posible de establecer. Dado que hay otras enfermedades del hígado que también cursan con tejido cicatricial, sería arriesgado diagnosticarlo como tal.

¿Cómo funciona el hígado?

Se sabe que el hígado es un órgano vital. De hecho es el órgano más complejo de todos los que tenemos en el cuerpo. Se le denomina «fábrica» por ser el que se encarga de procesar todos los nutrientes y a partir de ellos, elaborar muchas sustancias absolutamente vitales, como las hormonas, las enzimas, el colesterol, la bilis, etc. No podríamos en pocas palabras describir de cuánta tarea se encarga. Pero además, también tiene la tarea de limpiar la sangre, neutralizando toda sustancia dañina para el organismo.

Es un órgano grande. De hecho, es el órgano individual más grande. Capaz de regenerarse en poco tiempo. Reemplaza el tejido que pueda haberse dañado constantemente y esto es muy interesante, porque debe ser totalmente funcional siempre. Pero dada la constante exposición a sustancias dañinas, es también un órgano vulnerable.

¿Qué causa la cirrosis?

La cirrosis es una evolución de una hepatitis sostenida por más de seis meses también llamada hepatitis crónica. Problema que cursa con inflamación y daño celular. Se puede decir que es el estadio final d enfermedades hepáticas crónicas.

Un enfermo puede estar en esta situación sin ningún síntoma y sin alertas en las analíticas durante mucho tiempo. Sin embargo, en otros casos, dicha inflamación crónica avanza con rapidez. Provoca lo que se llama tejido cicatricial o fibrosis y nódulos de regeneración, causando un daño hepático grave. Esto es lo que ya se conoce como cirrosis. El resultado final de una hepatitis crónica que ha evolucionado.

Es una patología que se produce como consecuencia o como resultado de otras afecciones hepáticas. La cirrosis puede estar originada en las siguientes condiciones:

  • Cirrosis por alcohol

Es la causa más frecuente de cirrosis hepática. Cuando alguien bebe alcohol durante años, aumenta el riesgo de desarrollar una cirrosis. Pero hay que dejar claro, que no todos los alcohólicos la desarrollan. Se estima que sólo un 15% de ellos la llegan a padecer. Si bien, sí sufren  otros problemas hepáticos o sistémicos.

Lo primero que causa el alcohol, es grasa e inflamación en el hígado o hígado graso. La cantidad de alcohol capaz de dañar al hígado no es igual para todas las personas. Pero la cantidad pertinente sería: en las mujeres, una bebida al día y en los hombres, como mucho, dos. Todo lo que pase de ahí, daña a las células hepáticas y por tanto, podría desencadenar en un hígado cirrótico o uno graso y posteriormente en una cirrosis.

  • Hepatitis vírica

Una hepatitis es en cualquier caso, una inflamación del hígado. Puede estar causada por consumo de alcohol, ingesta de medicamentos, algunas patologías, virus, etc. Pero lo más común, es que una hepatitis sea vírica.

Entre las hepatitis víricas, las más comunes son la A, la B y la C. Ya de por sí, aunque no desemboquen en una cirrosis, una hepatitis vírica es un problema de salud delicado. Sobre todo la B y la C, cuyo contagio es muy similar al VIH. También a hepatitis D puede causar cirrosis, aunque es menos común, ya que se contrae si ya tiene la hepatitis B y hoy en día, todo está bastante controlado.

Se estima que el 80% de todas las cirrosis hepáticas es la suma de las que se producen por alcoholismo y pos hepatitis.

  • Hepatitis autoinmune

Es un tipo de hepatitis que se produce porque el sistema inmune no tiene respuestas lógicas. Por algún motivo, las defensas atacan a diferentes órganos. En algunas personas, es el hígado el órgano diana. Un hígado cirrótico.

Es un problema más común en mujeres que en hombres. Se piensa que la hepatitis autoinmune es genética, pero no hay nada probado, aunque hay que tenerlo en cuenta si hay algún familiar directo que la padece.

  • Enfermedades o daños del conducto biliar

Son unos tubos pequeños por los que se transporta la bilis desde el hígado al intestino delgado para ayudar en la digestión. Si por lo que fuera se bloquearan (lesiones, cálculos biliares, enfermedad, etc.), el líquido biliar (bilis) regresaría al hígado. Esta condición puede ser el origen de una cirrosis.

Hepatopatía crónica asociada a fibrosis quística y cálculos biliares son dos condiciones capaces de causar daño en el conducto biliar. También algunas cardiopatías, ciertas cirugías intestinales, la diabetes, etc.

  • Medicamentos

Ciertas drogas, cuándo son tomadas durante mucho tiempo, pueden causar cirrosis.

El hígado es el que se encarga de metabolizar muchos de los medicamentos que tomamos. Muchos de ellos, se adquieren sin receta. Algunos pueden dañar al hígado hasta una condición de hígado cirrótico. La lista de medicamentos es muy grande. Por ejemplo, el metrotexate es muy lesivo para el hígado. También resaltan los AINE (antiinflamatorios no esteroides). El Ibuprofeno, el diclofenaco y el naproxeno son fármacos que pueden causar una hepatitis y desembocar en una cirrosis.

  • Cirrosis causada por enfermedades hereditarias

La hemocromatosis o acumulación de hierro entre los tejidos del hígado y otros órganos. También, la enfermedad de Wilson o depósitos de cobre en el hígado. La deficiencia del alfa-1-antitripsina, un trastorno genético que afecta a nivel enzimático. Padecerla pone en riesgo a los pulmones y al hígado.

  • Hígado graso no alcohólico

El hígado graso o esteatosis hepática está muy relacionado con el exceso de alcohol. No obstante, existe este mismo problema en personas que nunca beben alcohol. En ese caso, tiene como nombre «hígado graso no alcohólico». Es una patología cuyas causas son otras patologías:

  • Sobrepeso.
  • Diabetes.
  • Niveles de colesterol y triglicéridos altos en la sangre.
  • Hipertensión.
  • Síndrome metabólico.

El aspecto que toma el hígado cirrótico es granuloso y de color amarillento

El tejido cicatricial hace que los tejidos del hígado cirrótico se endurezcan. Esto dificulta el riego sanguíneo desde la vena Porta. Una importante vena gruesa que transporta la sangre desde el tracto intestinal y el bazo hacia el hígado. Entonces, la sangre retrocede nuevamente a la vena porta y puede entrar en el bazo. El bazo también puede verse comprometido.

Etapas de la cirrosis

Un hígado cirrótico pasa por dos etapas: compensada y descompensada

  • Compensada: No se observan síntomas ni se señalan valores anormales en las analíticas. En esa etapa, aún hay hepatocitos saludables. Estos han encontrado mecanismos para compensar el daño hepático y seguir siendo un órgano funcional.
  • Descompensada: En esta fase, las células que todavía son funcionales se ven superadas por la enfermedad. Ya no pueden compensar la disfuncionalidad del hígadcirrótico. Es cuándo se producen los síntomas.

Síntomas de la cirrosis

  • Telangiectasias o arañas vasculares en la parte superior del cuerpo, en el cuello y el rostro.
  • Pérdida de peso y de apetito.
  • Agotamiento.
  • Malestar generalizado.
  • Náuseas y vómitos.
  • Sangrado esofágico y hemorragia digestiva.
  • Peritonitis bacteriana espontánea.
  • Sepsis (infección diseminada). Toxinas acumuladas en la sangre.
  • Daño cerebral.
  • Ascitis. Es la acumulación de líquido en el área que rodea a los órganos en el abdomen. Como consecuencia, vientre pronunciado por líquido acumulado. Se produce hinchazón abdominal, presión y dolor por encima del ombligo.
  • Ictericia. Ojos y piel amarillos.
  • Cálculos biliares.
  • Sangrado con facilidad y moretones ante golpes pequeños.

Otros síntomas de la cirrosis hepática a nivel externo:

  • Prurito.
  • Labios y lengua más rojos y brillantes de lo normal.
  • Uñas blancas.
  • Eritema palmar (enrojecimiento del pulgar y del meñique).
  • La piel se arruga y adelgaza más de lo normal y las venas son muy visibles.
  • Cáncer de hígado.

Tratamiento de la cirrosis

La cirrosis es una enfermedad considerada como enfermedad sin curación. El daño hepático es irreversible, pero de progresión muy lenta. Su tratamiento, aparte de  prevenir que ocurra, cuándo se padece, va dirigido a evitar o controlar las complicaciones que se derivan de ella.

Es posible tomar medidas para educir el daño hepático y añadir calidad de vida.

Estas pasan por:

  • Mimar al hígado cirrótico todo lo posible.
  • Dejar totalmente el alcohol.
  • Limitar lo máximo la ingesta de fármacos.
  • Cuidar el sistema inmunitario y evitar otras enfermedades. Un hígado que trabaja mal, es origen de múltiples deficiencias nutricionales que conllevan a enfermedades. También, una cirrosis hepática hace muy complicado que el organismo combata las infecciones.
  • Los cirróticos deben vacunarse contra las hepatitis A y B, la neumonía monocócica y la gripe.
  • Debe cuidar  su alimentación. Esta debe ser rica en verduras y frutas frescas y crudas en lo posible y deberá suplementarse con algunas hierbas hepáticas, como el desmodium y el cardo mariano. También, tomar vitaminas A, D y K.
  • Deberá evitar la sal para no acumular líquidos.
  • Pocas proteínas. Por lo que un cirrótico no debería comer productos cárnicos, ni mucho huevo. Las proteínas favorecen el que desarrollen una encefalopatía hepática.
  • Necesitará que se vigile de cerca el problema de las varices esofágicas para evitar que se rompan y se produzca el sangrado digestivo. A veces, hará falta cirugía para cerrar las varices.

Cada especialista tratará a su enfermo de cirrosis de manera personalizada. Incluso, es probable que le ponga en lista de trasplantes.  Por lo general, eso ocurre cuando la enfermedad está tan avanzada, que un hígado cirrótico ya no funciona. La tasa de éxito con las técnicas actuales, supera el 90%.

Cuándo la cirrosis está relacionada con una infección vírica, existe el riesgo de que el órgano transplantado se contamine y reaparezca la infección.




Tratamientos naturales

Se han observado excelentes resultados con liberadores de células madre adultas, combinados con desmodium y cardo mariano.

Stemenhance Ultra

Cyactiv

Plasmaflo

Desmodium

Cardo mariano




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Beatriz Puente

- Posgrado en Nutrición Humana por la Universidad Juan Carlos 1º y por el Colegio de Nutricionistas de Madrid Experta en Nutrición aplicada a la salud por la Universidad de Almería (UAL). - Diplomada en Medicina Ortomolecular y diplomada en Nutrición deportiva por la UAL. - Redactora especializada en artículos de salud desde 2009 en diversos medios

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