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L&S.- Todos los años somos literalmente bombardeados por «dietas milagro». Cada una de las que se presentan es mejor que todas las anteriores. Todas son «la más nueva», «la única», «la de los famosos», «la que anuncian en la tele». A veces vienen acompañadas por programas, y hasta por productos de su propia marca… y ¿por qué no?, por modernas «Apps» que ayudan a llevarla a cabo. Pero aun así, es frustrante, porque o fallamos nosotros o fallan las dietas.
Quizás se pierdan kilos al principio para ganarlos nuevamente en poco tiempo. Y no solamente se han perdido kilos. También se ha pedido una ingente cantidad de dinero. Los programas son caros. Entonces, ¿por qué fallan las dietas?, ¿no funciona ninguna?
En 1980 aproximadamente un 22% de la población sufría de sobrepeso (una 5ª parte aproximadamente). Actualmente, 36 años después, resulta sorprendente saber lo mucho que ha crecido la población con sobrepeso. Ha aumentado a un 65% (bastante más de la mitad de la población). Todo esto a pesar de los millones de dólares que el mundo occidental gasta en pagarse la «mejor dieta» cada año.
Algo indiscutible es el hecho de que el aumento de peso se produce por el consumo de más calorías que las que se queman en el metabolismo de los alimentos. Pero es más complejo que eso. Si fuera así de simple, también se debería bajar de peso al dejar de comer calorías. Millones de personas que se esfuerzan constantemente y que les fallan las dietas pueden dar fe de ello. No sólo es cuestión de calorías.
Según algunas investigaciones, las dietas fracasan, sobre todo, porque no abordan la causa principal del aumento de peso. Entre ellas se incluyen las mejores dietas o los mejores programas. Incluso aquellos, que se basan en bajo contenido en carbohidratos, que dicho sea de paso, son las mejores.
El estrés. Cuándo una persona sufre tensión nerviosa o estrés, necesita más hidratos de carbono. De hecho, muchas personas confiesan que
Los azúcares y lo que acaba convirtiéndose en azúcar. Entre esos alimentos está el pan, la pasta, el arroz blanco, la harina blanca y las diferentes harinas refinadas. También el alcohol se convierte en un azúcar de consumo rápido. Además. El azúcar es adictivo y la mayoría de las personas comen demasiados hidratos de carbono desde niños con la convicción de que deben basar su alimentación en ellos. En la pirámide alimentaria, son los hidratos de carbono en lo que se sustenta toda la alimentación humana.
Cuándo la vida se complica (trabajo, problemas económicos, hijos, problemas de pareja, etc.) que es casi siempre, se crea una situación en que las glándulas suprarrenales liberan la hormona llamada cortisol u hormona del estrés. El cortisol (entre otras funciones) hace que aumenten los niveles de azúcar en la sangre para lo cual da orden al cuerpo de ingerir hidratos de carbono. Estos se convierten en energía en forma de azúcar, que si no se gasta, se almacena como grasa corporal de reserva.
Si los hidratos de carbono que ingerimos son de consumo rápido, muy pronto, habrá una nueva demanda de hidratos de carbono y se forma un círculo vicioso interminable y un aumento de peso por la grasa que se forma a consecuencia del exceso de energía acumulada que no se gasta.
Hay muchas personas con estrés crónico o estrés sostenido que sufren sobrecarga de cortisol en el torrente sanguíneo y como consecuencia, tienen constante demanda de azúcares en forma de hidratos de carbono. Esa es la razón por la cual fallan las dietas y las tasas de obesidad alcanzan en nuestros días niveles de epidemia. ¿La razón? Fallan las dietas en precisamente eso. A saber: no hacen nada para eliminar la causa subyacente que produce la obesidad, que es el aumento del cortisol.
Cuándo fallan las dietas, lo mejor es probar un programa para adelgazar con el que se consiga una reducción drástica de los hidratos de carbono y rica en proteínas. Los hidratos de carbono, como ya hemos dicho, se convierten en triglicéridos en el hígado. Los triglicéridos son energía para el cuerpo, que si no se quema, se almacenan como grasa corporal entre los tejidos.
Comer menos cantidad de hidratos de carbono es bastante complicado, porque nuestra dieta está basada en un alto consumo de carbohidratos. Como hemos visto, toda nuestra alimentación está dirigida a que se coman principalmente los hidratos de carbono. Así, acostumbramos a nuestro cuerpo a buscarlos cuándo hay hambre.
Además, se nos aconseja que quitemos las grasas de la dieta. Tampoco es del todo cierto que las grasas hagan engordar. Se ha comprobado que si se ingieren grasas de forma moderada, no es causa de aumento de peso. Al contrario que los hidratos de carbono, las grasas como el omega-3 o incluso las grasas saturadas, hacen que el cuerpo se ponga en modo «quema de grasa». Esto promovería la pérdida de peso.
No fallan las dietas si junto con ellas controlamos el estrés (niveles de cortisol) y después, una vez conseguido el peso que queremos, seguimos controlándolo para mantener el peso. Cuándo se controlan los niveles de cortisol, se siente mucha más energía, menos estrés, menos ansiedad, mejora la libido y se produce un sueño más profundo. Se hace frente mucho mejor a las adversidades del día a día. Además, se fortalecen las glándulas suprarrenales, las cuales llevan a cabo importantísimas labores en el organismo.
Lo cierto es que no existen las fórmulas mágicas para adelgazar, pero eliminando el exceso de cortisol, se controlan los antojos de carbohidratos y se otorga la energía suficiente al cuerpo como para hacer unas caminatas o hacer el ejercicio que ayudará a quemar las calorías que mantienen el sobrepeso.
No fallan las dietas, sino que falla el control del azúcar que hay en la sangre.
No lo olvide. La clave para perder peso de manera permanente está en la reducción de la ingesta de azúcares, sea en forma de azúcar simple o de hidratos de carbono. Si se consigue, se conseguirá una reducción del cortisol (estrés). Los antojos desaparecerán.
El café verde descafeinado o el té verde de Lamberts son muy aconsejables como “quemagrasa”. Además, a diferencia de otros quemagrasas, tienen el plus de controlar la ansiedad por las comidas a deshoras y el ‘asalto a la nevera’ que tanto nos desespera. Excelentes aliados para cuándo comas fuera de casa.
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