L&S.- Las algas han cobrado valor en los últimos años debido a las dietas macrobióticas. Se conocen más de 24.000 diferentes especies. Algunas marinas y otras de agua dulce. Pero para la alimentación humana o con fines medicinales se utiliza un número reducido. Y aunque es un alimento que se asocia con la comida japonesa, eso ha cambiado. Ahora están recolectando algas ecológicas de gran calidad en el atlántico europeo. Como ejemplo, diremos algunas: el alga wakame, el alga kombu, etc.
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Las algas son poseedoras de mucha concentración de clorofila, un pigmento verde o de colores con el que estas plantas acuáticas son capaces de elaborar su propio alimento a través de la fotosíntesis. Las algas son realmente unas saludables plantas cargadas de fitoquímicos beneficiosos para la salud humana. No son solamente un importante alimento para nuestro metabolismo nutricional, sino también para nuestro metabolismo de la luz. Son muy ricas en energía solar y algunas de ellas almacenan energía luminosa (biofotones) que transmiten a las células energía y bienestar.
Las algas son uno de los alimentos que hay en la naturaleza con más contenidos en sales minerales y oligoelementos. Contiene por ejemplo yodo. De hecho, 100 gr de algas aportan el doble de hierro que 100 gr de lentejas. Las algas también aportan magnesio, cobalto, calcio, fósforo, potasio, etc. También aportan zinc tan necesario para que el cuerpo segregue bien la insulina. El hierro y el cobalto evitan la anemia. Aportan además silicio y calcio. Elementos imprescindibles para fortificar los huesos, las uñas, la piel y el cabello están en excelentes cantidades en las algas.
La clorofila; un elemento muy presente en las algas, activa importantes enzimas del cuerpo. Estas intervienen en la asimilación de los nutrientes para que estos se transformen en energía. También ayudan a purificar la sangre y a aumentar la fabricación de hemoglobina. Evita la contracción de los vasos sanguíneos y aumenta el rendimiento muscular y nervioso.
Las algas se hinchan al entrar en contacto con el agua o líquidos, que es su medio natural. Al ingerirlas, esto produce un efecto saciador. Además, el importante aporte en yodo produce una mayor función de la glándula tiroides. Es la encargada de quemar hidratos de carbono para que no se deposite entre los tejidos. Los mucílagos de las algas también actúan en el proceso de quemar grasa. El mucílago es un tipo de fibra que estimula el buen funcionamiento del intestino grueso. Ayudan a que haya una constante y diaria evacuación de las heces. Un requisito indispensable en el proceso de adelgazar.
Para reducir peso y grasa corporal es necesario tener una alimentación basada fundamentalmente en alimentos con mucha fibra. Por ejemplo ensaladas, frutas, cereales integrales, etc. Además de beber mucha agua y hacer ejercicio físico regular. En esto, las algas ayudan en gran manera, pues contienen fenilalanina; un aminoácido que suprime el estímulo nervioso del hambre o lo que llamamos la ansiedad. La fenilalanina junto con el yodo, los minerales y las enzimas, nos ayudan a reducir el peso y a eliminar toxinas.
Hay algunas algas, como el alga Fucus Vesiculosus y el alga Espirulina, que pueden ser ingerida en forma de suplementos. Se toman entre 30 y 60 min. antes de las principales comidas con uno o dos vasos de agua. Son grandes des aliadas para luchar contra la obesidad. Además, las algas contienen Cianocobalamina o B12. El alga Nori; que se puede comprar desecada; y la Espirulina; que se encuentra como suplemento; son las más ricas en esta vitamina hidrosoluble esencial. Una vitamina muy importante en la síntesis del ADN, la formación de los glóbulos rojos y células de las paredes del estómago. Es especialmente interesante para los vegetarianos.
Las proteínas de las algas son inigualables. Aportan aminoácidos esenciales en proporciones sinérgicas. Además, son muy digestibles. El coeficiente de digestibilidad o biodisponibilidad de la proteína de las algas es del 95%, mientras que la proteína de la carne tiene una digestibilidad de un 20% y la de la soja en un 35%. Si añadimos que es una proteína sin colesterol, sin grasas saturadas, sin residuos antibióticos; además sin pesticidas ni hormonas de síntesis como ocurre en las proteínas de la carne; o que no provienen de un alimento transgénico, como ocurre con la gran mayoría de la soja; nos encontramos ante una proteína de altísimo valor nutricional.
Las algas contienen mayor porcentaje de vitamina E que el germen de trigo y es uno de los alimentos más ricos en Betacarotenos; micronutriente que se convierte en vitamina A. Además, contienen ácidos linoleico y alfalinoléico que en sinergia, actúan contra el envejecimiento, protege la piel y las mucosas de los radicales libres.
Las algas contienen ácido algénico. El ácido algénico es un componente fundamental y particular de las algas. Es algo a tener en cuenta el gran papel que cumplen en ayudar al organismo a eliminar metales pesados como el arsénico, el plomo, el mercurio, etc. Incluso con elementos radioactivos como el estroncio o el cobalto. Originan la formación de sales insolubles. Mediante estas, junto a los productos de desecho de nuestro cuerpo, excretamos todos los elementos contaminantes que se han ingerido junto con la comida. también los que se absorben. También ayuda a eliminar las las purinas procedentes de productos de origen animal. Gracias al ácido algénico se elimina también la grasa superflua y las toxinas depositadas en la sangre para ser depurada.
Las algas, sean marinas o de agua dulce, contienen altas cantidades de yodo. Tal y como hemos dicho anteriormente. Hay personas que debe evitarlo, como por ejemplo las personas con hipertiroidismo. También personas a las que se les haya extirpado la glándula tiroides o que sean muy delgadas. Las algas marinas también contienen un alto contenido en sodio, por lo que quienes tendencia a la hipertensión, deben tenerlo en cuenta. En este último caso, es más aconsejable el consumo de las algas de agua dulce, como el alga Espirulina.
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