La harina blanca y la salud
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L&S.- Antes de decir nada acerca de la harina integral, haremos hincapié en lo introducida que está la harina refinada en nuestra alimentación. De hecho, cualquier alimento que se prepare con harina refinada o harina blanca, es un alimento que está degradado a nivel nutricional. No aporta casi micronutrientes. Este aspecto solamente es uno de tantos argumentos que podríamos mencionar para para no comer harina blanca, ya que son muchas las desventajas que tiene su consumo.
Muchos creen que la harina blanca es mejor
La harina blanca, conceptualmente es «la harina». Se piensa que la harina integral sólo la comen unos cuántos «raritos» que además, suelen ser vegetarianos. Esa es la idea generalizada, porque es la idea que ‹quieren› que tengamos y se ha conseguido. Tanto así, que la harina integral y casi sin procesamiento resulta más cara y es más escasa en las estanterías de los supermercados. Es así, simplemente porque se vende menos; con lo cual, al no tener demasiada información, la gente compra la harina más blanca como harina buena. Eso tiene el añadido de que es más barata, más atractiva visualmente y más apetitosa al paladar.
La harina blanca tan sólo nos aporta hidratos de carbono de consumo rápido. Estos aumentan los depósitos de grasa entre los tejidos, además de que es carente casi completamente de micronutrientes y macronutrientes. Además, el proceso al que es sometido el grano para que resulte en un elemento blanco, no está entre lo ‹aceptable› para la salud.
Debemos saber que quienes consumen mucha harina refinada en su dieta, tienen muchas más posibilidades de padecer diabetes de tipo 2. El motivo es que el páncreas trabaja mucho más para producir más insulina y acaba colapsándose. También se produce un aumento en los triglicéridos, problemas intestinales, mucosidad, hipertensión, obesidad y problemas cardiovasculares.
¿Qué nos ofrecen las harinas integrales?
Las harinas de diferentes granos integrales saben muy diferentes a las refinadas o harinas blancas. En primer lugar, su sabor es mucho más concentrado. Además, guardan más humedad una vez horneado o procesado y pueden ser algo más ásperas y algo más ácidas que las harinas refinadas del mismo grano. En segundo lugar su color es diferente debido al salvado y al gluten. Lejos de ser blancas, tienen el color propio del grano del que están elaboradas. Su sabor es un sabor más natural y están repletas de vitaminas, proteínas y minerales y ácidos grasos esenciales. Un trozo de pan de harina integral suele pesar más que el mismo volumen de pan de harina blanca y se necesita comer menor cantidad para saciarse.
A la hora de elegir dulces, elegiremos los de harina blanca, porque así somos los humanos en la mesa y en todo. Ante la evidencia, sólo unos cuántos «raritos» eligen con la cabeza. menos mal que cada día hay más de ese tipo de personas.
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