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L&S.- Pasado más de un siglo desde que se descubrieron las enzimas (vea la parte I), se sabe que las enzimas digestivas son quizás el nutriente de mayor relevancia con el que equilibrar una dieta diaria. Tanto así, que son consideradas como la chispa que enciende la vida. No hay proceso vital que no sea iniciado por una o varias de estas moléculas. Las digestivas y las metabólicas. Tienen un importante papel en la descomposición o hidrolización; en y la digestión de los alimentos; la absorción de los diferentes micro y macronutrientes; en la consecución de energía para las células y la reparación de todos los tejidos del cuerpo; el mantenimiento del sistema inmune y un sin fin de procesos fisiológicos.
Es de muy alta relevancia la acción de las enzimas para la vida. Tanto así, que el prestigioso cirujano de la familia real nipona y reconocido médico cirujano digestivo en los Estados Unidos, el Dr. Hiromi Shinya, escribió todo un libro acerca del rol que cumplen titulado «La enzima prodigiosa». Hiromi expone -no sin lanzar una teoría bastante pretenciosa-, la enorme importancia de estas moléculas. Las describe como elementos que en la medida que no las cuidamos, perdemos salud y vida.
Con la comida ingerimos y reponemos una serie de enzimas digestivas. Pero ya tenemos unas presentes en la saliva, en el estómago y en los intestinos. Estas consiguen transformar químicamente los alimentos. Los descomponen hasta dejarlos como los elementos más simples que el cuerpo necesita para construir, mantener y reparar tejidos.
Las enzimas digestivas empiezan a trabajar desde antes de dar un bocado a un alimento. Estas se obtienen a través de reservas que el propio cuerpo tiene. También se reponen a partir de los alimentos crudos. Es bueno resaltar que la cocción, el pausteurizado además de otros procesos para envasar y conservar alimentos, estas moléculas se destruyen. No sobreviven a temperaturas de algo más de 35º. Además hay que tomar en cuenta que los alimentos crudos son rociados con productos que conservan su aspecto de frescura por más tiempo. Estos también las destruyen.
Otra cosa a tomar en cuenta es que las enzimas digestivas están más presentes en los alimentos más calóricos. Cuándo se hace una dieta para adelgazar, estos se suelen suprimir o comer menos. Se aumenta la ingesta de alimentos con menor cantidad de calorías. Por tanto, también de menor aporte enzimático. Lo inteligente en estos casos, sería suplementar. Lo cierto es que si no hay enzimas digestivas suficientes, los alimentos no son bien digeridos. Se producen putrefacción con exceso de flatulencia; flora bacteriana mermada; proliferación de patógenos; digestiones lentas, halitosis; carencias de nutrientes; estreñimiento; ardor de estómago; exceso de gases; obesidad, etc.
Una buena pista de que hay un déficit, es que después de haber comido, se produce dolor de estómago.
Algo muy curioso es que las personas que sufren obesidad, se quejan constantemente de que pasan hambre aunque hayan comido bien. Creen que comen poco y posiblemente sea verdad que comen menos de lo que necesita su cuerpo. Seguramente padecen de un déficit enzimático y ciertamente pueden estar pasando hambre. Eso independientemente de lo que coman. Los nutrientes contenidos en su dieta no son bien aprovechados por falta de las enzimas digestivas. El cuerpo le demanda una mayor cantidad de comida ante esa falta de nutrientes.
Junto con una dieta, siempre se debería ingerir un aporte de las enzimas digestivas extra. Se cubriría el problema de la ansiedad por la comida. También le ayudaría a conseguir resultados mucho antes, pues hay una estrecha relación entre estas moléculas y la obesidad. Si hay carencia enzimáticas que intervienen en la descomposición de las grasas (la lipasa), estas pueden acumularse entre los tejidos. Eso da lugar a la odiada grasa localizada.
Otro de los problemas que puede causar un déficit de enzimas son las alergias. De hecho, es una de sus principales causas. Estas ocurren cuando los nutrientes no son completamente descompuestos o metabolizados durante el proceso de la digestión. Estos pasan del intestino hacia el torrente sanguíneo dando lugar a reacciones del sistema inmunitario ante la presencia de sustancias extrañas.
Las enzimas digestivas son elementos indispensables para que el cuerpo procese los nutrientes. Las vitaminas, los minerales, los oligoelementos y demás elementos que adquirimos con los alimentos. Cuando hay déficit enzimático, no se generan las hormonas que se necesitan para procesar todos estos nutrientes.
Es de vital importancia, por tanto, dar atención a nuestro cuerpo. Puede estar pasando necesidades, aunque comamos bien.
Enzimas:
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