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L&S.- La prevención de la obesidad infantil en el mundo es quizás uno de los retos más urgentes. Es una de las grandes preocupaciones de la salud pública hoy en día. Un niño obeso, es un adulto enfermo. Esto puede revertirse simplemente cambiando los hábitos de nutrición.
Algunas de las enfermedades que acarrea la obesidad a medio y largo plazo:
Verdaderas lacras para los sistemas de salud pública y perfectamente evitables por la sociedad.
Para que nos hagamos una idea, el amamantar a un bebé hasta los seis meses de edad, puede marcar la diferencia entre un niño obeso y uno que no lo es. Si la obesidad infantil se mantiene en el lactante. Si luego es un niño pequeño obeso; también lo es durante toda la adolescencia y posteriormente la edad adulta; es seguro que un niño obeso va a ser un adulto obeso. Y con el riesgo añadido de comenzar a padecer enfermedades a edades más tempranas que siendo un niño normal. La obesidad infantil es un asunto de gran relevancia a nivel gubernamental.
En los países de economías emergentes la obesidad infantil en niños en edad preescolar supera ya el 30%. Se prevé que para 2025 la obesidad infantil alcanzará la cifra de más de 70 millones. Son datos de la OMS u Organización Mundial de la Salud.
El sobrepeso y la obesidad infantil se pueden prevenir. Primeramente bastará con que las políticas, el entorno y la comunidad actúen. Ellos son responsables directos e indirectos de condicionar las decisiones que toman los padres y los pequeños. Además, pueden conseguir cambiar la tendencia aportando cultura nutricional. También recursos para la formación y para la educación física en prevención de la obesidad infantil.
Bebes: primero que nada, debe alimentárseles durante los seis primeros meses de vida, exclusivamente de leche materna. Además, deben ir introduciendo poco a poco alimentos ricos en nutrientes y pobres en azúcares, grasas y sal. Pero es importante esto. Se debería mantener la lactancia hasta los dos años de vida.
Niños en edad escolar y adolescentes: limitar todo lo posible la ingesta de azúcares y grasas. Además, se debe aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos. Deben también realizar actividades físicas regulares. Como mínimo durante 60 minutos diarios. Además, también limitar el tiempo que gastan en dispositivos móviles y consolas.
La adicción de un niño a la «comida basura» es una de las causas principales de la obesidad infantil. Puede comenzar en el útero materno si su madre comía estos alimentos durante la gestación, según un estudio publicado por el British Journal of Nutrition. Además, según el mismo estudio, si las madres mientras dan pecho comen este tipo de alimentos, pueden influir negativamente en el peso de sus bebés.
Según la opinión de la directora de estudio, la londinense Stephanie Bayol, del Royal Veterinary College «consumir grandes cantidades de comida basura durante el embarazo o la lactancia puede afectar al control normal del apetito. Y fomentar así, una afición excesiva a ese tipo de comida en los hijos».
Adam Balen, profesor de medicina reproductiva en los hospitales de Leeds en Inglaterra, explicó al mismo periódico que el estudio refuerza el mensaje sobre la importancia de la dieta materna durante el embarazo para la salud futura de su descendencia.
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