No existe el fracaso, sólo el resultado
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L&S.- La vida es un derecho cedido que debemos saber aprovechar y valorar teniendo siempre presente a los demás. Pero no hemos nacido inmunes al fracaso. Aunque tampoco estamos obligados a superar todo en soledad. Ni fracasos, ni frustraciones, ni pérdidas. Aunque para no estar solos debemos tener personas en las que confiar y esa es la clave.
La tendencia natural ante los fracasos y sentir que tocamos fondo es el aislamiento y el estrés. Nos retroalimentamos de nuestro propio dolor. Además, nos cuesta escuchar a los demás. Pero ese es precisamente el momento en que los necesitamos. Son quienes nos ayudan a coger aire y subir a flote. Esas personas en las que confiamos son las que nos impulsan. Y aunque el deseo es de alejarnos, lo cierto es que no nos podemos acomodar en esa situación.
Actitudes sanas ante el fracaso
Cuando hablamos de fracaso hablamos también de sentimientos. Por ejemplo de desánimo, desesperación, de tristeza, de frustración, etc. No obstante, del fracaso también se desprenden oportunidades que ni soñábamos. Lo cierto es que pueden hacerse posibles porque nuestra situación de comodidad ha cambiado. De ahí es de dónde surge la iniciativa o la imaginación.
Hay culturas que piensan que un fracaso abre puertas que estaban cerradas y es cierto. En cualquier caso, hay que procurar mantener una actitud positiva. Entre ellas:
- No tener sentimiento de culpabilidad. Si el fracaso viene porque nos hemos equivocado, hay que ser lo suficientemente humilde como para reconocer haber cometido un error. Pero jamás debemos caer en el sentimiento de culpa. Es un sentimiento destructivo que hunde.
- No hay que generalizar. Hay que centrarse en el problema concreto y no ser catastrofista, pensando que “siempre me pasan estas cosas” y tener la certeza de que Siempre nos va a ocurrir lo mismo, no importa qué hagamos.
- Se debe aceptar el error. Un análisis objetivo neutralizará las vivencias negativas que acarrea el fracaso. Aceptar ayuda es una de las herramientas más valiosas para salir de un pozo.
- Centrarse en el presente en vez de anclarse en el pasado. Los problemas negativos del pasado, son eso: pasado. Tampoco se debe tener miedo al futuro. Es la consecuencia natural de anclarse en el pasado de forma negativa.
- Pasar a la acción. Bloquearse es la actitud más común y la más nociva. Sentirse abatido es normal, pero regocijarse en el abatimiento no. La acción es la consecuencia de una autoestima sana.
Estas tres claves son excelentes para combatir los sentimientos negativos:
1.- Los fracasos son oportunidades. No vamos a triunfar sin fracasar unas cuantas veces. Será la mejor manera de hacerse experto.
Vivimos con mucha exigencia para con nosotros mismos en lo que no incluimos lugar para el fracaso. Hay que tener esto en cuenta: cada fracaso te enseña algo siempre necesariamente y si no es así, el que falla eres tú. Los fracasos pueden llegar a ser maestros mediante los que aprendemos a ser más diestros.
2.- Reflexiona, aprende y sigue hacia adelante. Cada uno de nosotros conoce de cerca a personas que se han estancado tras la derrota de una mala decisión tomada y durante toda su vida han estado lamentándose de ello sin salir del bucle. Si algo no salió como se esperaba, hay que reflexionar, aprender la lección y seguir adelante. Lo que sucedió, ya no se puede cambiar, pero sí se puede cambiar lo que está por venir, sólo que todo lo harás aplicando la experiencia.
3.- No te avergüences. Salvo que hayas cometido un delito, cualquier fracaso es parte de la existencia del ser humano y es común a todos. No te digas «fracasé en ese negocio» o «soy un fracaso como pareja», o «mi proyecto fue un fracaso». Son todas aseveraciones inciertas. No fracasaste tú, quizás no era buena idea o te falló la planificación o las circunstancias se dieron mal. Y si fue un error; por último, nadie está libre de cometer errores. La vida está llena de decisiones que hay que tomar y no siempre acertamos.
En esta vida hay momentos de celebrar y momentos de recordar y hay días buenos y días malos, momentos de sentirnos agradecidos no solamente de nuestros éxitos, sino, también de nuestros fracasos.