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L&S.- La cantidad de amigos y seguidores de nuestras redes sociales son el marcador del éxito social que tenemos cada uno de nosotros. De hecho, todas aquellas frases y fotos que publicamos, son las que adornan esa apariencia de éxito. Fotos de los viajes por ejemplo. También de familias felices, o quizás de la cerveza que nos tomamos en una terraza un domingo. Además, comunicar la feliz noticia del nacimiento de hijos y nietos o videos de la nueva mascota, el coche nuevo, las fotos de fiestas y cumpleaños, etc. Todo esto es ni más ni menos que un verdadero escaparates de nuestras vidas en la que medir nuestra soledad. El propósito es que nadie sospeche que nos va peor que a ellos en la vida. Lo que ahora se denomina «postureo» o simples puestas en escena.
El papel que juega la soledad
¿Podría ser que esa actitud de compartirlo todo en las redes sociales respondiera a un escondido temor a estar o sentirse sólo? ¡Quién sabe! La soledad es un estado emocional en el que nadie quiere caer. Primeramente veamos qué es la soledad:
Realmente la soledad no es estar solo. Es el sentimiento de estar solo. Son cosas completamente diferentes. Y como sentimiento, éste puede ser positivo o negativo. Si es negativo, la soledad asusta. Eso es porque los humanos somos seres sociales y por el contrario de ello, nuestra sociedad se ha vuelto individualista. Hay dos motivos fundamentales que origina este uso de herramientas virtuales:
- Primero, porque nos queda muy poco tiempo para relacionarnos y las nuevas tecnologías nos allanan el camino. Con ellas podemos comunicarnos con otras personas en el poco tiempo que tenemos. Y aunque sea un sucedáneo de lo que realmente se pretende de una vida social plena, al menos lo parece.
- En segundo lugar, en las redes sociales todo es más superfluo y enmascarado. Se nos garantiza que nunca tendremos que estar solos. Siempre seremos oídos. Además, en la vida real las cosas no se pueden editar. Ocurren y punto. No se pueden borrar momentos u obviarlos, ni se pueden borrar comentarios hechos de forma inoportuna. Hay que asumirlos. Las personas pueden estar en desacuerdo y nos lo dicen. Incluso discuten con nosotros. En las redes sociales si están de acuerdo te lo dicen y si no simplemente ignoran el mensaje o nos bloquean. Además, en las redes sociales compartimos; estamos de acuerdo; seguimos a otros; no nos hace falta apuntarnos las fechas de los cumpleaños; etc. Pero por contrapartida, no construimos relaciones ni las forjamos.
El sentimiento de soledad resulta tremendamente incómodo para las personas que no saben estar consigo mismas. Y para aplacarlo se refugian en las redes sociales; en el trabajo; el juego; y hasta en el sexo y en las drogas. Cualquier cosa que les aleje de sí mismos y de sus pensamientos. Una soledad que es impuesta conduce a vacío y puede llevar a situaciones desesperadas.
Las redes sociales al igual que cualquier instrumento son buenas o malas según como se utilicen. Realmente pueden crear más soledad, pero no es culpa de las redes sociales en sí mismas. Aunque no es fácil distinguir si son una buena o mala solución. Sobre todo para personas que se sienten solas. Bien puede ser un fenómeno social que no permite desarrollar habilidades para resolver la situación que les adentra en la soledad. Lo que sí está claro, es que no podemos culpar a las redes sociales de todo. Entre tanto individualismo y relaciones frágiles, estas se han convertido en un instrumento con el cual encontrar personas que son afines y con las cuales interactuar. Si sabemos, claro.