Ondas cerebrales
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L&S.- Se sabe que el cerebro de los humanos es un órgano bioquímico y bioeléctrico capaz de emitir varios tipos de ondas cerebrales. De hecho, es la unidad central que procesa todas las actividades del organismo. Lo hace con una enorme capacidad de procesamiento. Los neurólogos ponen un ejemplo para comprenderlo. Aseguran que si todas las neuronas o células nerviosas fueran activadas al mismo tiempo se podría conseguir energía suficiente como para encender una bombilla. No es fácil de comprender esto. Pero aprendiendo acerca de la capacidad que tiene el cerebro no es algo tan descabellado. De hecho, tiene la capacidad de procesar unos 64.000 pensamientos en un minuto.
La repercusión que en esto podría tener la meditación no está demasiado desarrollado por la comunidad científica; aunque sí se saben cosas concretas. Una de ellas es que toda esa actividad eléctrica es responsable de que se emitan ciertos patrones de ondas cerebrales. Es un complejo proceso perfecto y fascinante. Es mediante dicho proceso como los diferentes estados mentales y de los pensamientos se pueden medir. El cerebro tiene esa increíble capacidad. Emite varios tipos de ondas cerebrales diferenciadoras.
¿Qué son las ondas cerebrales?
No cabe duda de que la actividad neuronal es una actividad eléctrica que sucede en nuestro cerebro. Cuando hablamos de neurotransmisores nos estamos refiriendo a moléculas presentes en el cerebro que actúan como conductores de la actividad eléctrica entre las diferentes neuronas. Fruto de esa actividad en el cerebro, éste emite una esas ondas. Unas están producidas en estado de consciencia y otras en estado de relax, de meditación o en estado de vigilia. Dichas frecuencias se miden en Hz (hertzios). Son las denominadas «ondas cerebrales».
Hay varios tipos de ondas:
Se sabe de la existencia de cinco principales tipos de ondas cerebrales. Todas se producen cuándo el cerebro tiene actividad: Alfa; Beta; Gamma; Theta y Delta. Trabajan de tal manera que nos recuerdan a las notas musicales en una melodía. De hecho, unas emiten en frecuencias bajas, mientras que otras en frecuencias elevadas. Todas en conjunto pueden llevar a cabo una ‹sintonía armónica›. En esta los pensamientos, las sensaciones y las emociones pueden llegar a estar en perfecto estado de armonía. Es un estado en el que estamos más receptivos a lo que nos rodea. Eso se podría llamar «el auténtico bienestar».
¿Qué ondas cerebrales son más deseables?
Son todas ellas necesarias en su justa medida. No hay un tipo de onda mejor que otra respecto a las demás. Además todas son importantes y saludables estando en equilibrio. Son el resultado de la actividad eléctrica neuronal en los diferentes estados de nuestra mente.
También hay variables en estos ritmos cerebrales. Son cambios químicos que se produce en nuestro cuerpo a medida que vamos creciendo, maduramos y envejecemos; por eso es por lo que lo deseable es conseguir equilibrio según nuestras propias circunstancias. Por ejemplo, no tenemos que obsesionarnos por potenciar las ondas Beta para conseguir mejorar la atención; o las Gamma para llegar a un determinado estado espiritual o místico. Todo eso son argumentos de los Coach modernos.
¿Por qué las ondas Gamma son una de las más valoradas?
Las ondas denominadas «gamma» o emitidas a 40 Hz se vinculan con estados de ánimo deseables. Estos son: profunda concentración; lucidez y brillantez. También intuición, creatividad, etc. Son ondas cerebrales rápidas con gran actividad mental. Pueden darse en algunos individuos cuya emisión está en frecuencias que se sitúan entre rangos de 26 Hz y 70 Hz.
Según los últimos estudios llevados a cabo sobre los diferentes tipos de ondas cerebrales, estas se hacen protagonistas. Sugieren que la capacidad de un individuo de resolver problemas está relacionada con frecuencias que van desde 20 Hz hasta 40 Hz. De hecho, aquellas actividades en que uso del intelecto es fundamental; las llamadas «cognitivas de alto nivel» se producen cuándo la emisión de ondas supera los 24 Hz. A partir de este rango es cuándo las ondas Gamma se detectan.
Las ondas cerebrales dependen de la actividad
Durante una jornada de 24 horas nuestro cerebro mantiene los cinco tipos de ondas cerebrales. Dependerá de la actividad llevada a cabo en cada momento. También del estado mental del individuo. Habrá una mayor actividad de unas ondas respecto a otras en áreas determinadas del cerebro; y en otras áreas habrá menor intensidad de las mismas. Pero ninguna de las ondas cerebrales estará ‹desvinculada› del resto. Esto es muy interesante. Si se tiene en cuenta, se podrá entender cómo funcionan los diferentes tipos de ondas cerebrales.
Damos un ejemplo: una onda Alpha en cierto momento del día puede tener una alta actividad en el lóbulo frontal; lo cual provocará un estado de cierta ansiedad. Mientras que si está activa en el área occipital se traducirá en un estado de profunda relajación.
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Ondas Delta (1 Hz – 3 Hz)
Estas ondas cerebrales llamadas «Delta» son las que poseen una mayor amplitud de onda. Están relacionadas con la fase del sueño profundo. Cuándo no se producen sueños. Están muy activas en niños de pocos meses. Sin embargo, a medida que vamos creciendo y envejeciendo, menores serán sus emisiones. Como consecuencia, con la edad vamos perdiendo la capacidad de dormir y descansar en profundidad. Aunque no dejan de ser emitidas.
Están también relacionadas con las actividades involuntarias del cuerpo, como lo es el ritmo del corazón, los movimientos del aparato digestivo, etc.
En la lectura de un encefalograma, si las ondas Delta aparecen en picos muy elevados puede interpretarse que hay alguna lesión en el cerebro. Quizás también que hay problemas de aprendizaje. Podría ser un indicador de TDAH. En cambio, si estas aparecen en la gráfica en forma de picos bajos, estaría indicando sueño deficiente. Quizás también alguna dificultad para activar o revitalizar el cuerpo y la mente.
Los niveles óptimos de ondas Delta favorecen y mantienen operativo un eficaz sistema inmunitario. Además favorece el sueño y la capacidad que tengamos para aprender.
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Ondas Theta (3,5 Hz – 8 Hz)
Las ondas cerebrales Theta están relacionadas con nuestra capacidad de imaginación, de reflexión y la calidad del sueño. Muestran mayor actividad tras experimentar emociones muy profundas. Este tipo de onda cerebral toma el mando cuándo después de haber acabado una tarea que ha demandado una gran energía, nos relajamos. Es en ese momento cuando dejamos nuestra imaginación volar. Es cuándo las ondas Theta emiten con mayor fuerza en nuestro cerebro.
En un encefalograma, los picos altos de la medición de ondas Theta podría ser indicador de algún trastorno depresivo. También de algún trastorno de atención. Mientras que picos bajos de esta onda podría indicar baja auto consciencia emocional, ansiedad o/y estrés.
Niveles óptimos de ondas Theta favorecen la creatividad, la intuición, la conexión emocional, etc.
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Ondas Alfa (8 Hz – 13 Hz)
Las ondas cerebrales Alfa (Alpa) empiezan a emitirse en el estado de calma sin sueño. Momentos de relajación. Ese estado en que se propicia la meditación. Son aquellas que aparecen por ejemplo cuándo se está viendo tranquilamente un programa agradable en la tele; leyendo un buen libro o paseando por un bosque. Un descanso placentero sin que el sueño esté presente.
Los niveles altos de ondas Alfa serían contrarias a poner toda nuestra atención en tareas. Incluso, podríamos no tener ganas de realizar dichos esfuerzos. Mientras que niveles bajos de estas ondas cerebrales se traduciría en estrés, ansiedad e insomnio.
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Ondas Beta (12 Hz – 33 Hz)
Con las ondas cerebrales Beta pasamos a un tipo de ondas de actividad neuronal más intensa. Son de un espectro de frecuencia más elevada. Además son rápidas. Aparecen cuándo estamos en un estado de alerta en el que se requiere atender a múltiples estímulos al mismo tiempo. Un estado de completa concentración. Como ejemplo de estos estados es el conducir; presentaciones en reuniones; cuándo nos presentamos a un examen, etc.
Niveles altos de ondas Beta o una activación neuronal grande puede ser perjudicial. Las consecuencias pueden ser estados de estrés y ansiedad. Sin embargo, niveles bajos llevarían a estados laxos. Demasiada relajación rayana en la depresión. Unos niveles sanos de estas ondas cerebrales nos hacen más receptivos. Enfocamos mucho más todo. Además, de la misma manera se optimiza nuestra capacidad de resolver problemas.
Un estudio que publicó el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) sobre la memoria de trabajo (WM) deja clara su actividad. Nos revela, que cuándo los individuos realizan trabajos con utilización de la memoria, el cerebro utiliza este tipo de ondas. Con ellas se intercambian las diferentes ‹parcelas› de información. Resultan ser como un intercambiador que decide si atender o descartar información grabada en la memoria de trabajo, permitiendo pensar u ocuparnos de otras cosas (nature.com).
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Ondas Gamma (25 Hz – 100 Hz)
Son ondas cerebrales de frecuencia extremadamente rápidas. Un tipo de ondas en constante estudio. De ellas cada día se va averiguando más. Los electroencefalogramas las captan con dificultad. Esta es un tipo de onda cerebral que se origina en el tálamo. Se caracteriza por movimientos a muchísima velocidad desde la parte posterior del cerebro hacia adelante.
Se producen durante los trabajos de alto procesamiento cognitivo. Además están directamente relacionadas con la comprensión y también con la gestión de información nueva; por tanto con el aprendizaje. También se relacionan con los sentidos y las percepciones y con los estados de felicidad. De hecho, las personas con deficiencias mentales o de aprendizaje tienen menor actividad de las ondas Gamma que la media de la población. Un dato a destacar es que las ondas Gamma se presentan con gran actividad durante la fase del sueño REM.
¿Para qué nos sirve comprender esto?
El conocerlas nos ayuda a entender cuáles son y cómo reacciona nuestra mente frente a los diferentes estímulos. También saber que según qué actividades realicemos y cómo lo hagamos puede hacer que se emita diferentes tipos de energía en el cerebro.
Ciertamente el equilibrio es la clave. Si somos conscientes de este hecho, lo más inteligente es aprender a relajarse. Vivir equilibradamente es muy complejo. La buena noticia es que se puede aprender y vale mucho la pena. Debemos tratar de favorecer la relajación todo lo posible cuándo proceda. Y cuándo sea necesario, que utilicemos la ansiedad en favor nuestro y no en nuestra contra. Dicho control emocional redundará también en la salud del cuerpo entero.
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