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L&S.- Todas las funciones de nuestro organismo; tanto de la mente como del cuerpo, están regulados por el cerebro y su entramado de conexiones que afectan a todo el cuerpo. Es el SN o Sistema Nervioso. Un conjunto de órganos formados por tejido nervioso y su centro de operaciones que son las neuronas. Células intercomunicadoras con funciones eléctricas. De hecho, la función principal del Sistema Nervioso es la de recibir información de receptores externos para procesarla y enviar de vuelta órdenes precisas. Aunque en este artículo nos centraremos más en el Sistema Nervioso Simpático y Sistema Nervioso Parasimpático, es necesario aclarar sin entrar en mucha profundidad, un poco más.
Vamos a utilizar una metáfora. Imaginemos al Sistema Nervioso SN como un entramado de circuitos y cables. Estos están constantemente enviando información de agentes externos e internos a un ordenador central. En este ordenador se procesa toda esa información y se ordena. Luego se gestiona y se obtiene una respuesta. Dicha respuesta va acompañada de órdenes precisas y se entrega a toda velocidad. Esto también se coordina para devolver en forma de órden a los encargados del origen de la información. Esos agentes internos y externos que fueron emisores obedecerán la orden de manera inmediata y actuarán. El entramado de circuitos y cables serían el Sistema Nervioso Central SNC y el Sistema Nervioso Periférico SNP.
El Sistema Nervioso Periférico Autónomo controla un inmenso abanico de acciones involuntarias de nuestro cuerpo. Por ejemplo, el ritmo cardiaco, la respiración, las digestiones, el metabolismo, la dilatación de las pupilas, etc. Todo aquello que nuestro cuerpo hace sin que intervengamos nosotros.
Es muy interesante destacar que estas acciones involuntarias, cuándo sufrimos ansiedad o estados de ánimo deprimidos, acusan alteraciones. Muchos de nosotros hemos experimentado que ante un ataque de pánico se nos descompone la digestión e instantáneamente podemos tener una diarrea. O cuándo sufrimos una gran pena o preocupación se nos quita el hambre. Esto ocurre por un desequilibrio entre los sistemas en los que se divide el SNPA.
Se divide en tres partes principales. A saber: Sistema Nervioso Simpático; Sistema Nervioso Parasimpático y Sistema Nervioso Entérico. Este último es el menos conocido, pero muy importante. Veamos brevemente que son y para qué sirven:
Hay una estrecha relación entre ambos. Tanto el Sistema Nervioso Simpático, como el Sistema Nervioso Parasimpático, son las dos caras de la misma moneda. Su cometido es mantener el cuerpo en equilibrio u homeostasis (autorregulación) frente a los diferentes estímulos externos. Aunque lo cierto es que al igual que en una moneda, son caras opuestas. «On» y «Off». Conseguir un equilibrio entre el Sistema nervioso Simpático y el Sistema Nervioso Parasimpático nos garantiza el equilibrio físico, emocional y psíquico.
Es el que se encarga de las tareas de alerta. Cuándo está activado es el que se encarga de preparar el cuerpo ante dicha alerta: altera la respiración y la vuelve más superficial. Además, acelera el pulso, aumenta el poder muscular, se activa el sistema de sudoración. También acalla la libido, etc. Es el activador de la adrenalina y la noradrenalina hacia el torrente sanguíneo.
Este es su antagonista. Favorece el descanso y la relajación. Ralentiza la frecuencia respiratoria, permite inspiraciones profundas. También activa la libido, baja el tono muscular, disminuye la frecuencia cardíaca, ayuda al cuerpo a recuperar la energía, etc. Utiliza como neurotransmisor la acetilcolina.
Conocemos bien el estrés. Es la punta del iceberg de esta vida que llevamos. Estamos demasiado presionados constantemente a niveles económico, social y cultural. Debemos ser súper hombres y súper mujeres. Nuestras relaciones interpersonales son complicadas y nos inunda un mar de información. Si a todo esto le sumamos una alimentación pobre en nutrientes de calidad, además del consumo de productos excitantes o que actúan sobre el Sistema Nervioso Central como son las drogas, el alcohol, el café, el tabaco, las bebidas energéticas, etc. Tenemos a un individuo que se desequilibra en todos los niveles.
Vivimos en constante «modo on». Esto sin que exista un objetivo que lo justifique. Anhelamos que sea viernes para ponernos en «modo off». Por supuesto, sin conseguirlo. Además, podemos decir que el Sistema Nervioso Simpático está siempre funcionando, aunque realmente sólo se debería activar en momentos de peligro vital o situaciones de alerta reales. Llega un estadio del cuerpo en que el Sistema Nervioso Simpático se vuelve incapaz de diferenciar entre la sobre estimulación del cotidiano ir y venir y los verdaderos momentos de alerta.
Esta alerta sostenida produce que se bloquee la activación del Sistema Nervioso Parasimpático. Que es el que nos pone en «modo off». Al no activarse, no se produce una recuperación. Se altera además, hasta el descanso nocturno. No podemos ni siquiera disfrutar de un sueño que nos dé tregua. Ni por su calidad, ni por su cantidad. Con todo eso, vamos acumulando un gran agotamiento. Eso nos lleva a bajar el ritmo consumiendo productos relajantes o estimulantes. Productos que directamente nos van a perpetuar ese estado de alerta enfermizo. Es decir, no desconectamos nunca. No nos desenchufamos. Situación que nos conduce a estados que a veces que no se sostienen a nivel físico o psicológico. Por supuesto aumentan los trastornos que se producen a consecuencia de un Sistema Nervioso Parasimpático «impedido» y enfermamos. Empiezan a aparecer enfermedades crónicas y se agudizan los trastornos.
¿Cómo podemos potenciarlo? Desconectar de verdad es la manera de potenciarlo. Desconectar con diversión loca y productos no aconsejables lo activan. Por eso, para equilibrar nuestra vida, debemos hacer todo aquello que nos ayuda a serenarnos mental y emocionalmente. Cada persona sabe qué le hace sentir sereno y pleno. Todos debemos aceptar la vida tal y como es. Con sus luces y sus sombras y hacer frente de la mejor manera posible y además, mantener controladas a todas las situaciones complejas. No debemos parapetarnos tras las pastillas, las copas o los polvos mágicos. Tampoco anestesiarnos con luces brillantes y ruido de multitud. Lejos de tener en ello soluciones, con ello, nos creamos los problemas.
Mientras el mundo vive la locura, nosotros debemos aportar cordura. Procuremos que nuestro Sistema Nervioso Parasimpático neutralice constantemente al «Simpático».
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