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L&S.- Una intervención quirúrgica como es el parto por cesárea se ha convertido en algo recurrente. El parto vaginal cada vez es menos elegido. Para que haya un parto quirúrgico se arguyen motivos de salud o de seguridad para la madre o el niño. Pero se puede afirmar que en dos de cada diez partos con éste método, las razones que se exponen son discutibles.
El que una mujer viva un parto completo y natural es algo muy personal. Para algunas mujeres, un parto vía vaginal o natural constituye una experiencia única. Un privilegio que sólo tienen las mujeres. Que produce sentimientos profundos e intensos. Plenos de emociones fortalecedoras del vínculo entre el bebé y la madre. Para otras mujeres el parto vaginal las proyecta hacia sentimientos de pavor y sufrimiento.
Por todo esto, hay médicos que afirman y sostienen que una cesárea es mucho más segura y más ventajosa para el niño y la mujer que un parto vaginal. Dicen que garantiza menor traumatismo, más rapidez, menor sufrimiento y menor daño para el suelo pélvico de la mujer durante el proceso del parto. Estos médicos no niegan los riesgos de la cirugía respecto al parto natural. Algunos son: problemas en posteriores embarazos por la cicatriz uterina, mayor mortalidad materna, mayor morbilidad para la madre y para el neonato, secuelas psicológicas, etc.
Existiendo los problemas en potencia con las cesáreas, cada día que pasa, aumenta el número de las que se practican en los países desarrollados. Ha aumentado muchísimo con respecto a hace 20 años. Todo esto a pesar de que en muchas intervenciones, no hay una excusa real que diga que haya que practicarla. Realmente si se contaran los casos reales en que la cesárea es la mejor opción, sería de aproximadamente el 15% de los alumbramientos. Sin embargo, la realidad es que se practica en el 29% de los partos llegando a ser el 25% de los casos en el sector de la sanidad pública.
Aun siendo esta la realidad, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda no exceder del 15% del total los nacimientos por vía quirúrgica
Los partos por cesárea deberían ser requeridos por los profesionales de la salud. Pero parece que no es tal, sino que son las embarazadas mismas quienes demandan este tipo de intervención. Según encuestas realizadas a obstetras se evidencia que la gran mayoría de especialistas se muestra reacios a esta práctica por petición de las embarazadas. Pero ante el riesgo de que haya problemas asociados al parto vaginal y a una reclamación por parte de la embarazada de mala praxis o de negligencia, acceden a la petición de la madre. Ella supone que es la opción más segura para ellos y para el niño.
Los profesionales dicen que cada vez las madres son más mayores. Y que también cada vez hay mayor sobrepeso en el cuerpo de las embarazadas. Esto, sumado a cuadros de hipertensión y diabetes, dos cosas que hacen que se quiera aumentar la seguridad en el parto. La cesárea se practica bajo consentimiento, teniendo los médicos su espalda cubierta ante cualquier imprevisto.
Se arguye también que la cesárea se practica más también por la edad de las mujeres. Al haber menos casos de embarazos naturales y mayor infertilidad entre la población, han aumentado los embarazos por fertilización in vitro. Con estos los partos múltiples con alto riesgo. Candidatos a parto quirúrgico.
Las mujeres que han parido por cesárea, suelen reincidir con el segundo hijo y hasta un tercero.
Otro factor que facilita este tipo de alumbramiento es el económico. Hay seguros privados de salud que costean la totalidad de un parto por cesárea. Este entra en la categoría de cirugía mayor. Sin embargo, no cubre un parto vaginal. Eso podría estar animando a las madres a solicitar en las clínicas el parto quirúrgico en vez de sufrir un parto vaginal. Es hasta obsceno saber que fechan y planifican el momento del nacimiento por necesidades de agenda.
La cesárea realmente es un parto producido a través del abdomen. Hay que cortar el abdomen y el útero en una intervención considerada de riesgo o cirugía mayor.
Aunque el parto por cesárea es totalmente justificado en determinados casos. Hasta puede ser planificada de antemano por el médico. Cuándo existe diagnóstico de placenta previa, una cesárea en un anterior parto, amenaza para la salud del bebé. Quizás también un riesgo determinado para la madre por cardiopatías, infecciones por virus, hipertensión severa, pelvis demasiado pequeña, o niño grande en exceso, etc.
La operación también puede ser decidida por riesgos de última hora. Problemas que imposibilitan la salida del bebé. Motivos como mala posición del niño, sufrimiento fetal, prolapso del cordón umbilical. Quizás también, desprendimiento de la placenta, una dilatación que no acaba de progresar, hemorragia vaginal, sospecha de rotura del útero, etc.
En estos casos, aunque la cesárea es una intervención mayor, los riesgos de la misma son mínimos y garantizan la seguridad del bebé y de la madre. Pero de ahí a practicarla en cada vez más partos, hay un abismo.
El riesgo de mortalidad en el caso de parto vaginal es de 0,04 / 1000. Esto se multiplica por 3 en el caso de parto por cesárea. Son cifras igualmente bajas. Pero lo cierto es que este método no deja de comportar ciertos riesgos que el parto vaginal no conlleva. Riesgos tales como hemorragias graves, trombosis de pelvis o en las piernas, hemorragia grave, infecciones, trombosis pelviana o de extremidades inferiores y los riesgos de la anestesia para ambos.
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