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L&S.- Una de las más recurrentes demandas en la consulta del sexólogo por parte de una pareja es: «venimos a que nos ayude a que nos llevemos mejor. Necesitamos sentirnos bien juntos, porque nos queremos muchísimo, pero cuándo estamos mal, sacamos lo peor uno del otro y no nos aguantamos. Sólo pensamos en separarnos». Los psicólogos que hacen terapia de pareja ya no se asombran al oír esta incongruente frase una y otra vez. Está claro que el vínculo sexo-amor es algo extraño y a la vez asombroso.
Hay muchísimas parejas que están juntas por confusión. Simplemente han confundido los términos sexo-amor y simplemente les ha unido el sexo, o el concepto del amor que se les ha enseñado es erróneo. Amor es un sentimiento con capacidad de crecer. Una persona que ama a otra construye y re-crea día a día el sentimiento.
Decir: «sacamos lo peor el uno del otro» es lo miso que decir que no hay amor. Son parejas que se han unido por estar enamoradas, pero su vínculo no era sexo-amor, sino, sólo sexo y enamoramiento y el enamoramiento se pasa y el amor perdura.
Erich From en su libro «El arte de amar» hace un planteamiento preciso: si el amor es un arte, necesita conocimiento y esfuerzo y si no lo es, será un acontecimiento que sucede por la pura casualidad y por tanto, igual que llega se va y no podemos hacer nada para remediarlo. Quien haya amado alguna vez, sabe que el amor es realmente un arte que requiere esfuerzos de ambas partes. Es un sentimiento manifestado a través de conducta; se va aprendiendo y como no, hay que invertir en él mucho tiempo y esfuerzos. Sólo entonces se recoge el fruto. Este pensamiento esclarecedor da justo en el clavo de lo que ocurre con las parejas unidas por el vínculo sexo-amor.
Una relación sexo-amor de pareja en que ambos son libres incluye conflictos y dificultades, sobre todo al principio. La frase «vale la pena» incluye que si se valora el pasar penas o no pasarlas por estar con alguien, se decide que sí, que bien valen las penas y dificultades que se puedan suceder con tal de estar juntos. Si somos capaces de cambiar nuestro pensamiento, podremos modificar el cómo nos sentimos en una relación de pareja y reconducir situaciones muy dramáticas. Eso sí, hace falta que se tenga mucha madurez, pero si somos capaces, porque creemos que nuestra relación de pareja está basada en sexo-amor, conseguiremos que las crisis nos aporten aprendizaje y complicidad al vínculo afectivo… y por supuesto, modificaremos nuestra conducta.
No hay una única fórmula. Es más, cada pareja tiene que saber encontrar su fórmula magistral. Una que no va a valer para otra pareja. Y nada de lo que se haga es suficiente y no hay días de descanso. Una sana relación en la que prime el vínculo sexo-amor requiere mucho aprendizaje del otro y de uno mismo.
Aunque sí hay pautas repetitivas:
Son estrategias divididas en tres áreas (triángulo del amor de Stemberg): área de la intimidad, área de compromiso y área de la pasión.
Requiere el conocerse bien a uno mismo (virtudes y carencias) y a nuestra pareja. Conociendo nuestra virtudes nos acercaremos al sexo-amor de una manera más segura, dispuestos a dar y a recibir y disfrutar de lo que recibimos sin exigir. La clave está en saber cuál es el papel que se desempeña y desempeñarlo bien. La otra parte hará lo mismo.
El conocernos hará que seamos conscientes de nuestros defectos (carencias) y entenderemos nuestras limitaciones. Evitaremos el proyectar en nuestra pareja nuestros propios conflictos interiores.
Conocer a nuestra pareja requiere algo más de tiempo y paciencia. Debemos centrarnos en lo que es y no en lo que desearíamos que sea. El sexo-amor está estrechamente relacionado con el conocer bien al otro. También incluye defectos (carencias) y virtudes. Todos llevamos esa mochila a cuestas y necesitaremos también que con nosotros tengan la misma paciencia.
Si esto se consigue, en vez de disfrutar de un amor ciego, que durará lo que dure, disfrutaremos del arte de amar con un amor que tiene cimientos en el que se construye una vida juntos.
Una cosa es aceptar y otra resignarse. Aceptar es lo opuesto a rechazar y por tanto, en una pareja que se fundamenta en el vínculo sexo-amor, la aceptación es el reconocimiento de cómo es tal cual la otra persona y aceptar sus limitaciones igual que se disfruta de sus virtudes. Cuándo esto no es así y no hay aceptación, las exigencias ceden al amor y la pareja las percibe como señal de rechazo.
Los sentimientos y los deseos deben comunicarse en positivo. Como ejemplo, cuando queramos conseguir algo, digamos: «me gustaría que…», en vez de: «tú deberías…», o «tienes que…». Son los mismo y sin embargo se perciben de maneras diferentes.
En el vínculo sexo-amor el ser equidistantes no vale como estrategia. La distancia emocional transmite malestar en la relación y es esa precisamente la postura que muchos adquieren en las crisis de pareja. Por evitar se empeora la situación. Es mejor un estallido y una reconciliación que la frialdad que proviene de no hablar por evitar.
Otro problema que crea brechas son las críticas y los reproches. Una buena crítica constructiva es la que tiene una mejoría como objetivo y no se centra en el rechazo total o la competitividad. La acusación y la crítica deterioran y jamás funciona y rompe el vínculo sexo – amor. Aún en el caso de que hubiesen cambios, son cambios superficiales que poco a poco vuelven a la misma rutina de reproches y críticas.
Una relación que se fundamenta en el vínculo sexo – amor diseña objetivos comunes a largo plazo y fija su vista en ellos. La conducta de ambos va a llevarles hacia la consecución de esos objetivos. Todos los esfuerzos estarán centrados en una relación a largo plazo y no sólo en el placer inmediato.
Otra manera de proyectarse a largo plazo son las actividades en común: hobbies, viajes, la casa ideal, amigos comunes, planes, etc. las metas producen motivación.
Al principio siempre las parejas sienten una mayor excitación. En vínculo sexo – amor predomina más (si cabe) el sexo. El tiempo de estar enamorados es un tiempo de actividad sexual a veces hasta frenética. No cabe duda de que es una etapa muy satisfactoria y marca un claro antes y un después, porque siempre hay un después y ese es el gran error de muchas parejas, a saber: no entienden por qué esto cambia y lo entienden como que «se acabó el amor». Comparan con los inicios y ven una gran diferencia.
Nunca nadie les ha dicho que el amor no se acaba si no se quiere. Lo que merma es la excitación física para dar lugar a sentimientos más tranquilos y profundos. La relación que se basa en el vínculo sexo-amor sufre cambios constantes a lo largo de su trayectoria y este es quizás el más notorio. A partir de esta nueva etapa, es una etapa de amantes profundos. Ya se conocen y se saben dar lo que ambos necesitan y la entrega es absoluta. La etapa «normal» es esta y no la del inicio, que es una etapa en que se está conociendo.
El deseo hay que mantenerlo vivo provocándolo y hay factores que afectan directamente al deseo, tales como la fantasía, la planificación de las relaciones, expresarse el afecto, hacer ambiente y buscar momentos, etc.
Podemos concluir que en una relación unida con el vínculo sexo-amor cada uno de los que componen la pareja deben cumplir tres roles importantes: amantes (Pasión), amigos (Intimidad), equipo que se forma entre la pareja, los padres, los hijos, compañeros, etc… (Compromiso).
Recuerde que el arte requiere, de más de motivación y conocimiento, tiempo y práctica. El amor en pareja es un reto que «vale la pena». Es como el hacer un gran cuadro que cuánto más te aplicas en él, más puede mejorar, hasta convertirse en una obra maestra.
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me parece perfectala informacion, yo quise vivir una relacion asi pero mi pareja tenia otra vision o al menos eso entendi yo, hablamos muchas veces pero dejamos brecha emocional y al final pusimos distancia fisica y fua cuando ya no pudimos resolver nuestra situacion; ademas de que hablar de la intimidad de nuestras carencias a ella no le gustaba hacerlo. ahora tratare de llevar estos buenos consejos en practica..