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Envidia y celos – Su relación con la salud

La envidia y los celos son sentimientos que enferman

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L&S.- La envidia y los celos surgen cuando una persona percibe una amenaza. «Celos» es el nombre que se le asigna a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada nos esté traicionando, mintiéndonos o restándonos atención  en favor de otra. También se conoce como «celos» al sentimiento de envidia hacia el éxito o una posesión de otra persona; aunque veremos que hay matices.

La envidia y los celos pueden ser sentimientos normales cuando lo que se demanda o desea es algo que se debe hacer sobre una base de equidad en una relación o situación. Sin embargo pueden llegar a ser un tipo de conducta que refleja carencias personales muy profundas. Por eso, para hablar de los celos, hay que aclarar que hay dos tipos muy diferenciados. Lo «celos normales o celos sanos». Y como ya hemos mencionado, también están los «celos patológicos o celos enfermizos».

¿Cuáles son los celos normales?

Los celos normales son los que un individuo siente movido por el afecto, por una preocupación y hasta temor de perder a un ser querido. Estos celos generalmente están fundados en hechos concretos y lógicos. Aunque a veces ni siquiera obedezcan a la verdad. Este tipo de celos no llevan a actitudes irreparables, como por ejemplo altercados o invasión en la vida de la persona objeto de dichos celos. Normalmente se disipan o se resuelven mediante el diálogo o el acuerdo (según sea el caso). Aunque la envidia y los celos son sentimientos bastante similares en algunos aspectos, en otros no. Primeramente vamos a centrarnos en  los celos.

¿Cuáles son los celos patológicos?

Este tipo de celos parten desde la inseguridad y de los complejos internos del individuo que los siente. A veces son producto de desequilibrios emocionales enraizados. Por ejemplo pueden partir de la autocompasión, la hostilidad y algunas patologías psicológicas. Son celos de tipo destructivo.

Hay una enorme diferencia entre los dos tipos de celos. En los del primer tipo, la persona requiere o necesita confiar. Necesita depositar toda su confianza en la persona objeto de los celos y demanda ciertas respuestas. Estas  pueden ser rectitud o transparencia y respeto. Mientras que el segundo tipo de celos, el sujeto que los siente exige de la persona objeto de sus celos una pleitesía rayana en el secuestro.

Esa persona no confía en su pareja. Eso hace que el celoso busque siempre signos de engaño. En cajones, bolsillos, móvil, etc.; porque en su fuero interno está seguro de que le está engañando. Cualquier pista (real o no) puede ser un drama y la confirmación de sus temores.

Una característica que parece destacarse en las personas celosas patológicas son sus rasgos de egoísmo y falta de empatía. Los celos también tienen relación con la vergüenza. Es ni más ni menos que una respuesta natural del organismo frente a situaciones concretas; pero llevado a extremos nada normales. Muchas de las personas celosas patológicas, una vez que pasan la etapa de obsesión, se sorprenden de sí mismas. Ni siquiera sospechaban que los padecieran.

La envidia, ¿otro tipo de celos patológicos?

La envidia y los celos: las diferencias

Se suelen confundir los términos celos y envidia, pero no son lo mismo. Reconocer las particularidades de la envidia y los celos es importante para tratar de combatir estos sentimientos tan agotadores y contaminantes para nuestra salud emocional y mental.

En este sentido, según el filósofo John Rawls; la base de la diferencia radica entre la posesión y el deseo de poseer. Así, mientras que se envidia un objeto que se desea conseguir, los celos implican un fervoroso deseo de conservar lo que uno ya tiene. Es importante aclarar que el objeto de deseo no siempre es una cosa. Puede ser un sentimiento, una persona, una ambición, un estilo personal, unos logros en la vida, etc.

En las relaciones laborales, sociales y de entorno, los celos patológicos se suelen mezclar con la «envidia». La envidia no es menos destructiva que los celos que ocurren en una relación de pareja. A veces se reconocen características muy similares en ambos sentimientos.

La envidia como algo que se da por hecho

La envidia es soportada socialmente como un mal que abunda. Eso es muy cierto. De hecho se dice que «la envidia es el deporte nacional» y es triste trivializar con esto. La envidia es una enfermedad muy común, pero no deja de ser un sentimiento patológico. Denota carencias emocionales, inseguridades y temores. Sentimientos todos que consiguen hacer mucho daño.

Respecto a la envidia podemos decir que es la madre del resentimiento. Es un sentimiento que cuando se sufre, no se busca que a uno mismo le vaya mejor que a otros. Es curioso que se desea que al otro le vaya peor. La persona que es objeto de esa envidia o celos, casi siempre es desconocedora de que genera ese sentimiento. Pero recibe una respuesta negativa en su entorno. Respuesta producida por el envidioso, quien se encarga de envenenar al entorno común.

La envidia de cosas materiales es un sentimiento de frustración por no tener ‹algo›. Y el afán de que ese ‹algo› sea suyo. Esto puede llegar a implicar el deseo de privar de ese ‹algo› al otro en el caso de que el objeto en disputa sea el único disponible («ni tuyo ni mío»). Este sentimiento es también muy similar a la respuesta del celoso patológico en una pareja que rompe («si no eres mío o mía, no serás de nadie»).

La persona envidiosa cuenta mentiras sobre la persona a la que envidia o siente celos de ella.  Minimiza el privilegio que el otro tiene por ser poseedor de ese ‹algo›. En ocasiones la envidia puede hacer que el envidiado muera a manos del envidioso o celoso patológico.

La envidia y los celos son sentimientos cuyo fruto es absolutamente negativo. Pernicioso tanto en el que es objeto de dicha envidia o celos y en el que la sufre. Es una losa constante y una insalvable amargura.

Indicadores que nos permiten reconocer la envidia de otros hacia nosotros:

  • Cambios en su forma de tratarnos en la medida en que nuestro éxito es mayor.
  • Intentos solapados o evidentes de destruir nuestra reputación.
  • Aumento de la tendencia a criticarnos y buscarnos defectos.
  • Aumento en formas de comunicación viciadas como la ironía o el sarcasmo.
  • Intentos de bloquear nuestros logros.
  • Coalición o unión con otros envidiosos.
  • Evidencias de malestar ante nuestros éxitos.
  • Ocasionales muestras de indiferencia y negación a celebrar nuestros logros.

Celos y envidia – Consecuencias para la salud

Cuando hablamos de celos patológicos y de envidia, siempre nos referimos a sentimientos y emociones. Y como tales, anidan en lo más profundo del ser humano. El que padece estos sentimientos jamás pueden llegar a tener paz ni puede alcanzar un estado de felicidad en la vida. Ambos son estados internos limitadores y generadores de frustración y sufrimiento. Provienen de un espíritu empobrecido. Los celos enfermizos y la envidia constituyen una patología altamente destructiva para todos los actores. Tanto el que la padece, como el que es objeto de ella o víctima.

Los celos patológicos y la envidia se manifiestan indistintamente tanto en hombres como en mujeres.

Se dan casos incluso en que el celoso o el envidioso puede llegar a causar daño físico a la víctima de sus celos o envidias.

Los celos patológicos y la envidia, ¿cómo se pueden evitar?

Por supuesto, la prevención comienza en el seno de la familia. Está relacionada con el aprendizaje durante la infancia de los valores de la tolerancia y el respeto bilateral, No importa las edades y el reconocimiento de los derechos del otro. Cuando una persona es educada en un entorno sano, los celos y la envidia están lejos de anidar dentro de ella.

Una vez desarrollados los celos patológicos y la envidia, la terapia psicológica puede ser muy útil si es que no hay una patología subyacente como el alcoholismo. Si hay una patología subyacente, la terapia psicológica debe abordarla.

La persona debe poder reconocerse enferma y debe ser sometida a la valoración de un especialista, pues es una enfermedad que les puede llevar a situaciones límite.




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Beatriz Puente

- Posgrado en Nutrición Humana por la Universidad Juan Carlos 1º y por el Colegio de Nutricionistas de Madrid Experta en Nutrición aplicada a la salud por la Universidad de Almería (UAL). - Diplomada en Medicina Ortomolecular y diplomada en Nutrición deportiva por la UAL. - Redactora especializada en artículos de salud desde 2009 en diversos medios

Ver comentarios

    • Si usted es el objeto de envidia, lo mejor es alejarse de esa persona. Usted no podrá conseguirlo. Sólo lo puede hacer el o ella. Es uno de los sentimientos más primitivos que hay. Es difícil hasta que lo reconozcan. No hay una píldora que cure la envidia.

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Beatriz Puente

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