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L&S.- La Tosferina o tos ferina llamada también «Pertussis», «tos convulsiva» o «coqueluche», es una enfermedad extremadamente infecciosa. Además es contagiosa y de carácter agudo y afecta al aparato respiratorio. Está producida por la bacteria gramnegativa llamada Bordetella pertussis o Bordetella parapertussis. Un patógeno exclusivamente humano cuya principal característica es la presencia de una tos intensa, ruidosa y muy violenta. Llega a producir sensación de asfixia.
La tos ferina es tan contagiosa que una persona infectada puede llegar a contagiar a todos los que comparten su hogar y su entorno cercano si no están vacunados. Dado que los niños pequeños no saben expulsar las flemas y presentan una incapacidad de respirar por la boca, se ceba principalmente con ellos. Son un buen caldo de cultivo para la bacteria de la tosferina. Una vez infectados por la bacteria de la tos ferina o tosferina se le añaden «infecciones secundarias». Son las complicaciones propias de esta enfermedad: neumonía, encefalopatías, o convulsiones; por eso también es conocida como «tos convulsiva».
Según la Asociación Española de Pediatría: la tosferina afecta principalmente a bebés y niños pequeños, pero también a jóvenes y adultos. Pero no cabe duda que el grupo más vulnerable es el que forman los lactantes menores de 6 meses. Es de hecho una de las enfermedades más contagiosas que existen. En los adolescentes y personas mayores el pronóstico es bueno, pero como hemos dicho, en los bebés hay un mayor riesgo de mortalidad.
Nota: Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han hecho cambios en el término con que se designa a la enfermedad. Recomiendan el uso de «tosferina» en una sola palabra, en vez de «tos ferina» como es ampliamente conocida y que se sigue utilizando en la actualidad y sobre todo en material ya impreso y publicado.
En sus principios o primera fase de la infección de la bacteria de la tos ferina generalmente es confundida con un resfriado común que cursa con moqueo, fiebre y tos. Pasadas una o dos semanas es cuándo da la cara con todo su arsenal. La enfermedad deja a la víctima literalmente sin aire y con violentos ataques de tos que llegan al paroxismo. Mientras duran el infectado de tos ferina puede toser durante tanto tiempo y tan fuertemente que se produce el vómito. Su piel se vuelve de color azul o cianótica. Se asfixia porque por los accesos de tos a veces acompañados del esfuerzo del vómito no puede respirar a la vez; y cuándo lo intentan desesperadamente, suena un silbido característico de la enfermedad.
La tos ferina no es ninguna broma. Alrededor del 50% de los bebés que la contraen, acaban hospitalizados y con su vida en serio peligro. Puede llegar a causar la muerte.
Pasada la segunda fase, que puede durar semanas, el cuerpo comienza su recuperación. Sólo entonces, la tos va cediendo y disminuyendo poco a poco su intensidad. El tiempo medio de la tos ferina suele ser de alrededor de seis semanas, aunque puede durar hasta dos meses y medio.
Cuándo el infectado por la bacteria de la tos ferina está bien, nota si le va a venir un arrebato de tos. Para sobrellevar la situación realiza una inspiración profunda, notando tos a golpes, atropellada e ininterrumpida que le dificulta la respiración.
El adulto puede controlarlo mejor; pero los niños se inclinan hacia adelante, sacan la lengua y se van poniendo rojos o cianóticos. Sus ojos se vuelven rojos y llorosos con una enorme sensación de angustia y asfixia. Simplemente es una condición terrible. La cara del enfermo de tos ferina acaba estando hinchada. Los ojos con pequeños derrames debido a los esfuerzos en los ataques o convulsiones de tos que pueden dar lugar a petequias en la cara y ojos. Pérdida de consciencia producida por la apnea, incontinencia urinaria, prolapso rectal, etc. todo a consecuencia del enorme esfuerzo que producen la tos, los posibles vómitos y el intentar desesperadamente al mismo tiempo de respirar por unas vías inflamadas, llenas de mucosidades.
Una vez acaba la crisis de la tos ferina es cuándo aparece esa inspiración tan característica. Cursa con ruido como de silbido pues la faringe está inflamada y más estrecha. Es una respiración que se llama el «gallo de la tos ferina». Ese es el momento en que la tos cede y el enfermo puede expulsar un esputo blanquecino que se sucede muchas veces con vómitos. Llegados a ese punto, el enfermo de tos ferina está agotado.
La cantidad de convulsiones diarias de tos y su intensidad varían en función de lo agresivo que resulte el germen en esa persona y de la personalidad del infectado. Generalmente es más agresivo cuánto más nerviosos e irritable sea.
La tos ferina se contrae principalmente vía aérea. También por contacto con las gotas de Pflügge. Son cada una de las micro gotas de saliva que se expulsan al hablar, al toser o al estornudar. Estas transportan los microorganismos presentes en las vías respiratorias. Son un vehículo de contagio de enfermedades infecciosas. En otras palabras: la bacteria de la tos ferina está presente en el aire y quién está expuesto no tiene medio de prevención, salvo un sistema defensivo bien armado; una vacunación previa para que tenga ya los anticuerpos o una mascarilla que filtre el aire de bacterias.
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