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L&S.- Todo aquel que practique algún deporte se ha visto afectado alguna vez por los dichosos calambres, también denominados rampas. Los calambres pueden arruinar del todo un entrenamiento deportivo o una bien preparada competición. Prevenir su aparición es muy importante y para evitar los calambres, lo mejor, es saber por qué suceden.
Se llama calambre muscular a un dolor intenso provocado por un espasmo muscular involuntario o una contracción súbita de parte de un músculo o grupo de músculos. Generalmente ocurre cuándo realizamos una actividad intensa, causándonos sensaciones muy molestas de dolor, tirantez del músculo afectado, o músculos abultados, o un recogimiento de la zona. Estos calambres también pueden ocurrir en cualquier momento. Hay personas que se despiertan durante la noche a causa de los calambres.
Cuándo se padecen los calambres a menudo, las personas suelen preguntarse el por qué. No es necesariamente un síntoma de enfermedad, sino, de una condición física de ese momento. La respuesta no resulta del todo contundente. Lo cierto es que los calambres son provocados por varios motivos. Los médicos no se ponen de acuerdo y hay varias teorías al respecto. Todas parecen convincentes, y posiblemente todas tengan razón.
Teorías sobre cual es la causa:
- Acumulación de ácido láctico en el músculo que sufre el calambre. El ácido láctico es un elemento químico producido como consecuencia del consumo excesivo de energía por el músculo. Esta es la teoría más extendida.
- Contracción y relajación de los músculos agonista y antagonista. Uno se encoge para que el otro pueda estirarse. El proceso es complicado de explicar. A grandes rasgos esto es lo que sería: este proceso del movimiento se ve mediado por las proteínas actina y miosina que se unen y se liberan en la contracción/relajación. El exceso de ejercicio de los músculos produciría un desequilibrio. Dicho desequilibrio está en la proporción en que se liberan estas proteínas. Como resultado de la proporción incorrecta, el músculo no conseguiría relajarse.
- La sobreexcitación de las motoneuronas junto con pérdida de líquidos por causa de una actividad física prolongada en el tiempo. Esta es la teoría más aplaudida de todas. Teoría que por lo demás, engloba otra de las teorías: la de que los calambres se producen por falta de hidratación y por tanto, pérdida de minerales. Además, se asegura que la sobrestimulación nerviosa en la zona sería la causante de una merma de las señales inhbidoras por parte del SNC. Eso provocaría los espasmos musculares involuntarios llamados calambres o rampas.
El hecho de que haya muchas personas sufran de calambres nocturnos sin que haya habido un esfuerzo físico que lo justifique durante el día puede deberse precisamente al sobre esfuerzo realizado durante el día. También puede ser una sobreexcitación durante el sueño. El cuerpo en la noche no está en reposo absoluto. Las tensiones y el estrés del día, aún complican más el descanso y la relajación.
Vemos que hay personas que tensan las mandíbulas, o los músculos del cuello, etc. Eso es prueba de que la maquinaria del cuerpo no la desconectamos para dormir. Los sobreesfuerzos generan tensión muscular que nos puede acarrear consecuencias durante el momento de reposo.
Cuándo soñamos que saltamos, volamos o caemos de pronto al vacío somos capaces reaccionar moviéndonos. Podemos dar un violento salto, llorar, reír, etc. Hasta podemos dar una patada a nuestra pareja o a la mesilla al soñar que jugamos al fútbol. Como ejemplo de movimiento durante el sueño, tenemos la actividad de los sonámbulos.
Hay sospechas de que se suman otros causantes. Estos pueden ser algunas enfermedades, ciertas intoxicaciones o venenos. También el alcoholismo, el hipotiroidismo, la insuficiencia renal, la ingesta de ciertos medicamentos, la etapa de la menstruación, el embarazo, etc. Aunque son los excesos musculares los mayores responsables de la aparición de los calambres. No sería de extrañar que todas estas teorías sean ciertas. Que los calambres nocturnos sean una consecuencia de varios de estos motivos juntos. Quizás sea también, la respuesta muscular a cualquiera de ellos por separado.
Los músculos que más se ven afectados por los episodios de calambres son: la parte posterior de las piernas o pantorrillas, la parte posterior de los muslos, o corva; la parte frontal de los muslos o cuádriceps y en los músculos isquiotibiales o femorales. También son muy comunes los calambres en los pies, las manos, el abdomen, los brazos, la caja torácica, etc.
Cuándo esté ocurriendo el calambre mantenga el músculo afectado o el pie o mano bien estirados, hasta que el calambre cese.
Para todos los casos, también resulta efectivo el masajear el músculo afectado por el calambre, el tomar bebidas isotónicas, o agua para reemplazar electrolitos perdidos, caminar (si se puede), etc. Una bolsa de hielo mientras realiza el estiramiento también puede ayudar a calmar un poco la zona sensible o dolorida por el calambre. Esto ayudará a relajar el músculo.
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