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L&S.- Al parecer, además de ser uno de los platos caseros más reconfortantes, el caldo de pollo o el caldo de huesos de nuestras abuelas realmente podría tener connotaciones de curación. Sonroja decirlo. No se sabe si será efecto placebo o realmente tiene la capacidad que se le otorga por la cultura popular. En ella se dota al caldo de toda la vida, de propiedades curativas. Para asentar el estómago, para mejorar el confort digestivo y hasta para mejorar estados gripales, malestar general, etc.
Lo cierto es que hasta hace poco tiempo, nunca se habían realizado estudios clínicos al respecto. No se había establecido una relación real entre el caldo y la mejoría. Mejoría, por cierto, que nuestras abuelas y madres le conferían más allá de las sensaciones placenteras que provoca su ingesta. Un proyecto pionero llevado a cabo por El Vall de Hebron Institut de Recerca (VHIR), revela los efectos saludables del caldo de huesos en el organismo.
Los aminoácidos contenidos en él, obtenidos en la cocción lenta durante muchas horas de la carne y de los huesos del pollo son realmente terapéuticos. Lo cierto es que cuando la gripe acecha o uno se siente desfallecido, un caldo caliente restablece el bienestar. O como dirían antaño: «levanta a un muerto».
Sabemos que los aminoácidos tienen propiedades antiinflamatorias. Actúan también, como calmantes y algunos aminoácidos son precursores de la serotonina. Nos ayudan a conciliar el sueño. Por supuesto siempre hablamos de un buen caldo de pollo (o ternera) hecho en casa. No de uno de sobre o enlatado.
En los últimos años, científicos de renombre han señalado al tracto digestivo como un órgano estrechamente ligado con la salud. Se señala a desequilibrios en la flora intestinal como causa de enfermedades modernas por dietas ricas grasa, azúcares y pobre en fibra.
El caldo de huesos es de fácil digestión. Además, contiene una gran cantidad de nutrientes, por lo que ayuda a sanar el revestimiento del intestino. Su gelatina ayuda a sellar el intestino en caso de disbiosis intestinal y refuerza la digestión. También ayuda cuándo hay una gripe. Esto ha sido cuestión de debates entre científicos, pero un estudio realizado revela que el dolor y la inflamación que se padece en una gripe se calman debido al sulfato de condroitina, glucosamina. Elementos presentes en el valioso cartílago de tiburón y otros compuestos que la cocción extrae del hueso del pollo. También los aminoácidos glicina, prolina, arginina y otros presentes en la carne y huesos del pollo ayudan a combatir la inflamación. La glicina también tiene efectos calmantes que ayudarán a conciliar mejor el sueño.
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